domingo, 14 de diciembre de 2014

PROTEGE TUS SUEÑOS

Protege tus sueños
Es muy común abandonar y desechar nuestros sueños. Trabajar por alcanzarlos demanda constancia y dedicación. Te comparto cuatro consejos que te ayudarán a lograrlo.
Primer consejo: libérate del cautiverio
El Salmo 126:1-2 dice: Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sión, Seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará de risa, Y nuestra lengua de alabanza; Entonces dirán entre las naciones: Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.
El Señor nos ha liberado del cautiverio del pecado para que podamos soñar. Es justo que le alabemos y demos gracias por el precio que pagó por nuestra libertad ya que en cautiverio es imposible soñar. Incluso los animales cambian de comportamiento cuando son cautivos. Las orcas cautivas son
incapaces de mantener su aleta dorsal erguida. Esa es una manifestación de su tristeza y humillación.

Eres tan libre en Cristo Jesús como los sueños que tengas. Si ya eres libre, demuéstralo soñando y luchando por alcanzar tus anhelos. Soñar nos mantiene alertas e ilusionados, activa nuestra fe, nos impulsa a trabajar y esforzarnos. Cuando eres esclavo de algún vicio, del sexo ilícito, el soborno, estafa o
corrupción, los sueños se convierten en pesadillas. Satanás quiere esclavizarte para que no sueñes.
Sabe que si puedes soñar es porque eres libre por la sangre de Cristo. Cuando te liberas de un hábito nocivo y declaras a nuestro Señor Jesucristo como tu Salvador, la fe de ser valioso y ser capaz de lograr grandes cosas te renueva y te convierte en una persona entusiasta, llena de proyectos y deseosa de
hablar con Dios. Justamente eso me sucedió el día que le entregué mi vida al Señor.

Los sueños están directamente relacionados con la mente y el corazón. Si eres avaro y egoísta, difícilmente tendrás un sueño generoso. Pero si tienes buenas intenciones y tus sueños se relacionan con el beneficio de muchos, éstos se adhieren a tu corazón y tu mente. Entonces tienes más posibilidades de alcanzarlos. Si sueñas con ser doctor y sanar a las personas, ten por seguro que todo obrará a bien. 
Serás más exigente y soñarás con un hospital para niños con cáncer. Los buenos sueños se amplían y fructifican. Por eso es importante que cuides tu corazón y expandas tu mente. Cuídate de ti mismo y de tus debilidades porque así cuidas tus sueños.
Dios hace cosas maravillosas con aquellos que tienen buenos sueños. Él hará algo grande si tu sueño es grande, pero primero debes ser libre. Tus logros serán del tamaño de los sueños que te atrevas a cultivar.

Un día fuimos con unos amigos a la construcción del nuevo templo de Casa de Dios. Todos imaginábamos lo que habría en el lugar donde estábamos. Uno decía: “acá está la silla donde me sentaré”, otro decía: “allá tengo mi parqueo reservado”, yo también les compartía: “justo aquí están las gigantescas pantallas que permitirán a todos aprovechar la Palabra”. No hemos soñado con vigas, concreto y cemento. Hemos soñado con un albergue para miles de personas que conocerán al Señor. El edificio es sólo un recurso, el sueño es alcanzar a todos los que imaginamos lavados con la sangre del
Cordero y bautizados en el Espíritu Santo. Seguramente lo veremos realizado, así como soñamos y alcanzamos a cada uno de quienes hoy integran Casa de Dios.

Segundo consejo: Prepárate
Mateo 13:19 advierte: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
Los sueños son como una semilla. La parábola del sembrador se aplica a toda siembra, sin importar cuál sea. La segunda cosa que amenaza un sueño y que le impide fructificar es la falta de conocimiento. Si deseas ayudar a las personas enfermas, entonces debes estudiar medicina, además de orar y pedir el
don de sanidad del Espíritu Santo. Si quieres ser jugador profesional de la liga de fútbol de Europa, debes cuidar tu cuerpo, estudiar en la academia deportiva, entrenarte y aprender. Se nota cuando las personas se preparan para alcanzar sus sueños, así como también es evidente cuando alguien quiere alcanzar algo, pero no sabe lo que está haciendo ni cómo lograrlo.

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